Capuchinos
¿QUIÉN ES NUESTRO FUNDADOR?
Nuestra comunidad Capuchina aparece  en la historia el año 1528, pero sus raíces llegan hasta San Francisco,  de quien recibimos su savia evangélica, su espiritualidad, nuestra razón  de ser y de vivir.
Por eso, respondemos a tu pregunta sin  ninguna vacilación: nuestro fundador es San Francisco de Asís. Le  solemos llamar con cariño familiar “nuestro Padre San Francisco”.
Somos  parte de la familia franciscana, una rama de ese árbol que Dios hizo  brotar del corazón de Francisco y en el seno de nuestra Iglesia.
El  es nuestra referencia obligada. Casi diríamos nuestra “norma de vida”.  Pero a Francisco no le gusta esta expresión; él nos dice con mucha  fuerza que nuestra norma de vida es el Evangelio de nuestro Señor  Jesucristo.
Ya conoces a Francisco de Asís. Y, sin duda, te  sientes atraído por su figura. El vivió, como nosotros, en un momento de  profundos cambios históricos.
Vivió en su juventud a concho…  conoció lo que era el dinero, que se ganaba abundantemente en el negocio  de su padre, Pietro Bernardote. Conoció las fiestas, los amigos, los  bailes, por algo fue proclamado “rey de la juventud de Asís”. soñó con  ser un caballero famoso y para ello dedicó gran parte de su tiempo y  energía juvenil. Pero un día sintió que todo eso no le llenaba. Quería  otra cosa y no sabía bien lo que era… El Señor le salió al encuentro  donde Francisco menos le esperaba: en los pobres, los leprosos y en la  soledad de la oración. Francisco hizo un largo y difícil camino de  conversión.
Oraba desde lo más profundo de su corazón: “Señor,  ¿qué quieres que haga?” Francisco no se hizo el sordo. Fue dando pasos  muy concretos, que el Señor le pedía. Un día que participaba de la misa  en la capilla de la Porciúncula llegó a su culminación su proceso  vocacional. Al escuchar el evangelio en que Jesús envía a sus discípulos  a anunciar la Buena Noticia del Renio, sin llevar nada para el camino,  Francisco, tocado en su corazón por el Espíritu, exclamó gozoso: “Esto  es lo que yo quiero, esto es lo que yo busco, esto es lo que en lo más  intimo del corazón anhelo poner en práctica”.
Ponto el Señor le  dio hermanos. Otros jóvenes y adultos quisieron vivir el Evangelio como  Francisco. Quiso que se llamaran HERMANOS MENORES, como para indicar su  estilo de vida, basado en el Evangelio.
Desde hace 800 años,  millones y millones de personas han recorrido este “camino franciscano”,  tratando de seguir a Jesucristo a la manera de Francisco.
¿POR  QUÉ SURGEN LOS HERMANOS CAPUCHINOS?
Comenzaron a existir en  Italia en el año 1528. Surgieron como una respuesta al deseo de vivir  elídela franciscano como toda su fuerza.
Nuestro padre San  Francisco vivió el Evangelio con sencillez y radicalidad, y así quiso  que lo hicieran sus hermanos y seguidores. En su Testamento nos dice:  “después que el Señor me dio hermanos, nadie me mostraba qué debía  hacer, sino que el Altísimo mismo me reveló que debía vivir según la  forma del Santo Evangelio.”
Francisco y sus primeros compañeros  vivieron una pobreza, fraternidad, espíritu de oración, austeridad…  admirables; pero cuando la fraternidad franciscana se hizo muy numerosa  bajó el nivel. Hubo que hacer adaptaciones a la nueva realidad y a las  peticiones de jerarquía de la Iglesia: Francisco sufrió mucho en los  últimos años de su vida por este motivo.
En el movimiento  franciscano ha habido siempre tendencias y tensiones. Unos hermanos han  admirado, sobre todo, a Francisco y han querido mantener a cualquier  precio la sencillez y radicalidad de la forma de vida. Otros han  acentuado la necesidad de ser eficaces en la Iglesia, teniendo casas  grandes y realizando muchos estudios. Ya en los primeros tiempos  aparecieron dos tendencias muy marcadas, que se dio en llamar  “observantes” y los partidarios de la comunidad que hacían hincapié en  la vida “conventual”.
En el año 1517 la Iglesia acepto la  división de la Orden Franciscana en dos grandes ramas:
- Los  “Observantes” que querían observar la regla de S. Francisco en toda su  pureza;
- Los “Conventuales” que sentían la necesidad de vivir en  conventos para prepararse bien y servir a la Iglesia organizadamente.
Pero  no todos los observantes quedaron conformes con los cambios que se  habían introducido. Querían ir más lejos en su deseo de volver al  espíritu de los orígenes del franciscanismo.
En la región  Italiana de las Marcas, Matero de Bascio y los hermanos Rafael y  Ludovico de Fosombrone, iniciaron una nueva reforma, con el único  objetivo de volver al espíritu primero de Francisco. Subrayaban la vida  en fraternidad, la oración y austeridad de vida, así como la predicación  sencilla al pueblo y la dedicación a los enfermos afectados por la  peste (leprosos de su tiempo). Querían imitar a Francisco de Asís hasta  en su porte externo; por eso van descalzos, usan barba y llevan una  túnica con una larga capucha puntiaguda.
El nombre de Capuchinos  proviene precisamente de esa capucha grande que usaban. Al verlos  descalzos, con barba y capucha larga, la gente habría exclamado:  “¡Capuchinos!”, algo así como “los de la capucha”. Ya en 1534 los mismos  documentos de la Iglesia empiezan a nombrarlos de esa manera.
Los  primeros años de la Reforma Capuchina no fuero fáciles. Pero su entrega  heroica a los afectados por la peste hizo que la Iglesia aceptara, en  el año 1528, la nueva congregación con el nombre de hermanos menores  capuchinos.
Hoy podemos afirmar con seguridad que fue el Espíritu  Santo quien impulsó esta reforma, con el fin de dar nueva vitalidad a  la familia franciscana y a la Iglesia universal.
Ocho años  después de ser aprobada, en 1534 los capuchinos eran ya 700 hermanos. En  el siglo XVIII llegaron a ser más de 34.000. Hoy somos 11.000 hermanos  extendidos en todos los continentes.



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