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Qué es el Espíritu de Asís?

El 27 de octubre de 1986, el Papa Juan Pablo II hizo realidad un gran sueño invitando a los representantes de las diversas religiones del Mundo a Asís, para que se elevase al único Dios, de tantos corazones y en diversas lenguas, un solo canto de paz. La invitación fue aceptada por 70 representantes de estas, quienes compartieron juntos la esperanza de construir un mundo mejor, profundamente renovado y mucho más humano. En otras palabras, el evento portaba en sí un mensaje importante, el deseo de alcanzar la paz, deseo compartido por todas las personas de buena voluntad, teniendo la mirada fija en las situaciones que acontecen hoy en nuestro mundo y en el encuentro entre los variados pueblos. La verdadera paz se puede alcanzar solo a través de una profunda relación con Dios.

En el curso del encuentro hubo un bello momento de oración que invitó a los participantes a tocar las cuerdas de la propia interioridad y del propio corazón con total libertad, haciendo propio el deseo de paz para toda la humanidad y presentándolo a Dios. La oración ha unido y une porque nace de un contexto espiritual en todas las religiones. Todos podemos reconocer que los hombres somos limitados y no estamos a la altura de alcanzar por nosotros mismos, esa paz que tanto anhelamos.
Da la impresión que el clima de fraternidad universal respirado en la ciudad de San Francisco, haya colmado el corazón de todos. Esta experiencia en el curso de los años ha sido llamada: “El espíritu de Asís” y en el mensaje de la Jornada Mundial por la Paz de 1987 ha sido llamado también la “La lógica de Asís”. Durante el primer encuentro, delante a la capilla de la Porciúncula, Juan Pablo II dijo que escogió a Asís como lugar para esa Jornada de Oración por la particularidad y santidad del hermano venerado nacido en esta ciudad. En todo el mundo, en efecto, Asís, es conocida como símbolo de paz, de reconciliación y de fraternidad. Es por eso que el Papa decidió promover esta iniciativa propiamente en el nombre del “pobrecillo de Asís”, un hombre pequeño que supo derribar toda barrera discriminatoria y que sabía abrir las puertas de cada corazón reconociéndose hermano de todos.

La comunidad de San Egidio ha sido partícipe de la iniciativa desde sus inicios y ha organizado encuentros similares cada año en ciudades europeas y mediterráneas. En enero de 1993 promovió nuevamente este encuentro en Asís durante el tiempo de la guerra de los Balcanes. Juan Pablo II, ante una violencia tan atroz y extrema y ante la incapacidad de los países involucrados de lograr la paz, afirmó que “sólo en la mutua aceptación del otro y con el consiguiente respeto recíproco, ahondado en el amor, reside el gran secreto de una humanidad reconciliada”.
Los planes para la celebración del evento, tomaron vida nuevamente en el 2002 y el Papa invitó también a todos los líderes religiosos, a reencontrarse en Asís. Las invitaciones se hicieron cuando las Torres Gemelas estaban aún en llamas y las bombas comenzaban a explotar en Kabul. La situación evidenciaba cómo las fuerzas destructivas del odio y del terrorismo pueden encenderse en todos los rincones de la tierra. Por este motivo el Papa quiso que las religiones del mundo se transformasen en instrumentos concretos de verdadera paz porque el odio y la violencia no pueden generar otra cosa que más odio y violencia.

En el 2006, en ocasión del 20° aniversario del Espíritu de Asís, el Papa Benedicto XVI subrayó la importancia de esta iniciativa, observando que no obstante el mundo estaba cambiando, había ahora una fuerte y gran necesidad de reencontrar modos más eficaces para construir la paz, este tercer milenio se ha abierto con un escenario de terrorismo y de violencia que no muestran ningún signo de ceder. A veces daría la impresión que las religiones alimentaran los conflictos en lugar de trabajar para resolverlos, sobre este punto, el Papa afirma que “cuando el sentido religioso alcanza su madurez, genera en el creyente la percepción de fe en Dios, creador del universo y Dios Padre de todos, y fortalece las relaciones de fraternidad universal entre todos los hombres. En efecto, el testimonio de la íntima unión existente entre el encuentro con Dios y la ética del amor se registra en todas las grandes tradiciones religiosas”.
En el año 2011 se celebra el 25° aniversario del primer encuentro del Espíritu de Asís y tendrá lugar en el mismo lugar de la ciudad de Asís. El mensaje de paz es tan necesario hoy como lo fue hace 25 años, junto a un renovado compromiso por construir la paz en el mundo entero. Como Benedicto XVI indicó cinco años atrás, el mundo ha cambiado mucho desde la primera celebración del encuentro. Por lo tanto las religiones no son invitadas sólo a dialogar entre ellas y sus creyentes sino a dialogar entre ellos alcanzado también a las personas no creyentes y lejanas. Ahora más que nunca deben alcanzar a la humanidad entera para que la violencia no se manifieste más contra la creación. Esta es una convicción siempre creciente en todas las tradiciones religiosas, que el respeto a las relaciones pacíficas debe ser favorecido entre las personas y todas las creaturas.

Es sólo gracias a la profunda unión con el Padre que el hermano Francisco de Asís estuvo en grado de reconocer a todos los hombres y a las creaturas como a sus hermanos y hermanas. Y el espíritu mismo de la expresión: “Espíritu de Asís” se sostendrá en el compromiso personal y activo en la promoción de la paz entre todos los seres humanos y vivientes. Si consiguiéramos, juntos, orar en el “Espíritu de Asís” en cada una de nuestras tradiciones religiosas, seríamos más fuertes en el compromiso concreto de cada uno y en acciones que nos permitirían trabajar juntos para afrontar las amenazas a la paz y a la creación que encontramos hoy en nuestro mundo.

XXV AÑOS DEL ESPÍRITU DE ASÍS

El 27 de octubre de 2011 se cumplen XXV años desde que Juan Pablo II cumplió la feliz iniciativa de invitar, como anfitrión, a todos los líderes espirituales de la Humanidad que quisiera acudir a orar por la paz, por la concordia, por el amor... en la Humanidad. No se trataba de “asociarse al Papa” para orar, sino que cada uno, desde su propia fe, desde su propia concepción de Dios, orarle a Él, elevar un grito “juntos” – con palabras diferentes – por la misma causa de la Humanidad: el amor, el perdón, la paz.

A los XXV años Benedicto XVI, de nuevo anfitrión de esta convocatoria, ha querido realzar la invitación. Es cierto que no han faltado cristianos que le han interpretado mal y han pensado que esto es un apostasía de la fe (como si a partir de ahora fuera “ex Papa”); han sido los menos.

El gran latido de la Humanidad, por el contrario, es que debemos ir por unas vías de concordia, sin imposiciones, sino con humildad ante Dios y con espíritu de acogida. Incluso son invitados los no creyentes, hombres y mujeres que luchan por las más nobles causas humanas.

Desde el primer momento se pensó que Asís, la ciudad del humilde y pobrecillo Francisco de Asís (+1226), podría ser un lugar ideal, mínima ciudad de Paz y Bien. Assisi no puede hablar de dominio, de prepotencia, sino de servicio, de perdón de fraternidad.

La Jornada tendrá como tema: Peregrinos de la verdad, peregrinos de la paz. Cada ser humano es en el fondo un peregrino en busca de la verdad y del bien. También el hombre religioso permanece siempre en camino hacia Dios: de aquí nace la posibilidad, más aún, la necesidad de hablar y dialogar con todos, creyentes o no, sin renunciar a la propia identidad o recurrir a formas de sincretismo; en la medida en que la peregrinación de la verdad se vive auténticamente, se abre al diálogo con el otro, no excluye a ninguno y compromete a todos a ser constructores de fraternidad y de paz. Éstos son los elementos que el Santo Padre pretende poner en el centro de la reflexión.

La mañana misma del 27 de octubre, las delegaciones saldrán de Roma en tren junto con el Santo Padre. Al llegar a Asís, se dirigirán hacia la Basílica de Santa María de los Ángeles, donde tendrá lugar un momento de conmemoración de los precedentes encuentros y de profundización en el tema de la Jornada. Intervendrán representantes de algunas delegaciones asistentes y también tomará la palabra el Santo Padre.

Seguirá un almuerzo frugal, compartido por los delegados: una comida marcada por la sobriedad, que busca expresar el estar juntos en fraternidad y, al mismo tiempo, la participación en los sufrimientos de tantos hombres y mujeres que no conocen la paz.

Después, se dejará un tiempo de silencio para la reflexión de cada uno y la oración. Por la tarde, todos los presentes en Asís irán a pie hacia la Basílica de San Francisco. Será una peregrinación en la que, en el último tramo, tomarán parte también los miembros de las delegaciones; con esto se pretende simbolizar el camino de cada ser humano en la búsqueda constante de la verdad y de la construcción activa de la justicia y de la paz. Se desarrollará en silencio, dejando un espacio a la oración y a la meditación personal.

Junto a la Basílica de San Francisco, en el lugar donde se han concluido las precedentes reuniones, se tendrá el momento final de la Jornada, con la renovación solemne del compromiso común por la paz.

Lo que nació del primer encuentro lo llamó Juan Pablo II “el espíritu de Asís”
¡Ojalá que el proyecto se afiance, y que un día Assisi u otro lugar del planeta, de Oriente u Occidente, puede ser la ONU espiritual de nuestra hermandad espiritual, de quienes, hijos de Dios en el Mundo, somos Peregrinos de la Verdad, Peregrinos de la Paz!

El Espíritu de Asís

Fuera críticas

Sin Señalar

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